Los residentes ayudan a sostener el sistema de salud bajo brutales condiciones de precarización laboral. Una entrevista revela cuáles son las condiciones de trabajo y educación de los residentes a partir de una investigación del CONAREC.
Tras su carrera de grado, unos 10.000 profesionales de la salud se rigen bajo el sistema de residencias en el camino a una variedad de especializaciones. Sin importar cuál, atraviesan jornadas extenuantes. Tanto en los centros de salud como en los hospitales son los primeros en llegar y los últimos en irse, si es que se van. Es moneda corriente cumplir jornadas de 30 o 36 horas, con grandes responsabilidades a cuestas.
La residencia médica es una etapa crucial en la formación del médico. Durante ese período se adquieren no solo las habilidades y competencias profesionales indispensables sino el “curriculum oculto” o implícito: una serie de valores y conductas que configuran un modo de ser en la profesión. Los aspectos académicos de enseñanza y supervisión así como la dignidad y el respeto por su condición de trabajador de la salud son contenidos que se incorporarán como modelo para el resto de la vida. Estas y otras cuestiones fueron relevadas en una encuesta realizada por el CONAREC con resultados, al mismo tiempo, previsibles y preocupantes.
La encuesta arrojó los siguientes resultados. En ella se incluyeron 390 participantes, de los cuales 54% eran varones, 54,2% pertenecían a instituciones privadas y 34,9% residían en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La mediana de edad fue de 29 años. El 32,1% de los residentes de primer año realizaba más de 8 guardias al mes, 33,2% del total trabajaba más de 80 horas/semana, y 33,6% manifestó dormir menos de 35 horas/semana. Solo el 48,5% manifestó que siempre se encontraba supervisado para tomar decisiones sobre pacientes internados. Asimismo, 65% de los participantes no tenía al menos una de las rotaciones básicas para un programa de formación en cardiología.
Un 5,8% tenía ingresos menores al salario vital y móvil, mientras que 14,9% no recibía alimentación durante su jornada laboral, 41,5% no tenía cobertura de salud y 33,3% no tenía aseguradora de riesgo de trabajo.
El 90,8% de los residentes expresó que si pudiera volvería a elegir su especialidad, pero 23,1% manifestó que no elegiría nuevamente su centro formador.
Los residentes, dadas sus condiciones de precarización, suelen ser denominados “cubre baches”, o “parches”, y se ven relegados a ser la mano de obra barata de una salud desfinanciada, y testigos diarios privilegiados de la falta de insumos, de condiciones edilicias deplorables, de la falta de personal, etc. La salud es noticia pero menos por los logros obtenidos en este ámbito sino por cortés de luz, caída de ascensores y hasta el incendio completo de centros de salud.
Desde su asunción, el gobierno de Macri dejó en claro su intención en políticas de salud: profundizar la CUS y con ello la privatización. Así, continúo reduciendo el ya pequeño porcentaje del PBI destinado a la salud pública en el presupuesto nacional, pasando del 2,4 % en 2015 a 1,94 % en 2018 que ni siquiera es usado en su totalidad. En 2016 quedaron sin asignar casi 7.400 millones de pesos. Estas medidas, indefectiblemente, impactan en las paupérrimas condiciones laborales de los residentes.
Fuente: “¿En qué condiciones trabajan los residentes?” — Intramed
“Ser residente en tiempos de ajuste” – La izquierda diario
Equipo Editorial de ResidenciasMedicas.com.ar