El proyecto de ley del Sistema de Residencias de Salud de Salta pone en evidencia algunos de los problemas estructurales del sistema de salud argentino, especialmente en la formación de profesionales. A nivel nacional, muchas residencias quedan vacantes debido a factores como la falta de incentivos, el desinterés por ciertas especialidades críticas y el desprestigio de la profesión. Esto ya afecta áreas sensibles como terapia intensiva y neonatología, limitando el acceso a atención de calidad.
Al analizar el proyecto en comparación con el decreto 1277/2000, surgen preocupaciones sobre su capacidad de abordar estos problemas. La obligatoriedad de rotaciones en el interior, con sanciones económicas para quienes no cumplan, parece más una medida coercitiva que una solución efectiva para retener talento en áreas rurales. La superposición de roles entre jefes de residentes y residentes del último año podría impactar negativamente en la calidad educativa.
Además, el proyecto ignora elementos clave para modernizar la formación médica, como la integración con universidades y colegios profesionales. Tampoco menciona herramientas modernas como simulación clínica o progresión por competencias. Otro punto alarmante es la falta de referencia a problemas como el maltrato en las residencias, que afecta al 95,5% de los residentes según un estudio reciente publicado en la Revista Medicina.
Sin cambios estructurales significativos y sin asegurar la calidad de la formación, las residencias corren el riesgo de continuar siendo percibidas como “mano de obra barata” y no como un pilar estratégico del sistema de salud. Para que esta ley sea efectiva, sería fundamental incorporar a todas las partes interesadas, integrar las residencias al sistema nacional y garantizar una educación de calidad que responda a las necesidades del país.