En Argentina, la primera residencia comenzó a funcionar en el año 1944 por impulso del Dr. Tiburcio Padilla, en el Instituto de Semiología de la Universidad de Buenos Aires. Luego, el sistema se expandió lentamente hacia otros hospitales públicos. La consolidación de este sistema en la Argentina ocurrió en la década del 50, en el marco de un proceso de modernización de la enseñanza de la medicina impulsado por una élite de profesionales–muchos de ellos ex-residentes en Estados Unidos. Estos cursos duraban dos o tres años y acreditaban formación en la especialidad. En 1958 comienzan los primeros programas bajo la jurisdicción del Ministerio de Salud Pública. La Asociación Médica Argentina crea en 1960 el primer Subcomité de Residencias Médicas, integrado, entre otros, por Gianantonio, Brea y Jorge Manrique.
En 1961, la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires reconoce las primeras residencias y da las pautas para su funcionamiento en el ámbito universitario. Es a partir de ese año que el sistema se afirma en la República Argentina y se desarrolla tanto en el ambiente público como privado, en Buenos Aires y en la mayoría de las provincias. De 1967 a 1973 funciona el Consejo Nacional de Residencias Médicas (CONAREME), creando las pautas de selección, ingreso, funcionamiento, supervisión y evaluación. Su presidente fue, casualmente, Mario Brea, con Andrés Santas como Vicepresidente y Oscar Aguilar como Secretario Técnico. Finalmente, en 1979 se promulga la Ley 22.127, que estableció́el Sistema Nacional de Residencias en Salud y definió́criterios como los entendemos en la actualidad: “Complementar la formación integral del profesional mediante el ejercicio de actos profesionales de complejidad y responsabilidad progresivas, llevados adelante bajo supervisión y con delegación gradual de responsabilidades, con una remuneración de tipo de beca anual, y con actividad de tiempo completo y dedicación exclusiva”.